Salir de la burbuja
- Sophya Medina
- 1 jul 2018
- 2 Min. de lectura
La vida suele empujarnos a escenarios nuevos y es en donde se activa nuestra resistencia, se da la preocupación y el miedo, nos resistimos a dejar nuestra zona de confort.

Hace casi tres años, debo confesar que por presión de terceros y en la búsqueda de un nuevo empleo, me aventuré a dejar la comodidad de estar en casa y de vivir en una ciudad. Deje mi destino en manos de la suerte y adjudiqué un puesto en una región desconocida de la que muy poco sabía, con muchas expectativas y miedo a lo desconocido aparecí en la selva de Perú donde tenía que vivir durante un año, con más de 35 grados de temperatura y una impredecible lluvia, (era la verdadera lluvia) y carencias que hoy añoro.
El primer mes estuvo lleno de altibajos, un proceso de adaptación que para algunos les parecería rápido y para otros lento, del segundo mes hacia adelante opté por aceptar y disfrutar de todo lo que estaba aprendiendo como profesional y como persona.
Pedía ayuda, escuchaba consejos, hacía muchas preguntas desde las mas banales hasta las mas trascendentales y agradezco haber estado rodeada de personas que ya tenían algunos meses conociendo el sistema de trabajo, conociendo el lugar y las costumbres; personas que hoy en día considero mis amigos. En cuanto a lo laboral, conocí muchos casos de carencia afectiva, violencia y abandono emocional. Días buenos y malos pero que en conclusión me hacían sentir útil y bendecida. Es hermoso cuando tenemos la oportunidad de empoderar a otros.
Me conocí mucho más y acepté que la vida me estaba obligando a renacer, a despojarme de hábitos que yo antes creía importantes y que podía vivir con simplicidad. Encontrarse en la zona de confort es vivir en una burbuja en la cual podemos encontrar seguridad, evitamos cambios y riesgos; cuando salimos de ella aprendemos a confiar en nosotros mismos, tenemos menos miedos y fortalecemos nuestra valía.
Si, arriésgate. Esa siempre será la mejor decisión.
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