¿Qué ves cuando me ves?

La postura, la mirada, la expresión facial y corporal nos ayuda a tener una primera impresión acerca de la persona a la que estamos observando. Los demás pueden reconocer nuestro estado de ánimo porque el lenguaje no verbal nos delata.

Alguna vez le propuse lo siguiente a una paciente con depresión leve: “¿Qué sentirías si te vieras a ti misma? Imagina que eres otra persona y te estás viendo a ti misma.” Luego de una pausa narró: “Vería tristeza, descuido, enojo y sentiría pena”.

Precisamente reflejamos lo que llevamos dentro, la postura encorvada y el ceño fruncido pueden producir preocupación y hasta lástima en los demás. La depresión había perjudicado su rendimiento académico y sus relaciones interpersonales; luego de unos meses gracias a su voluntad y esfuerzo logró recuperarse y el progreso fue reconocible al tan solo verla entrar por la puerta. Destilaba seguridad.

¿Qué hacemos entonces si no la estamos pasando bien? ¿Fingir? Es inevitable demostrar a través de nuestro lenguaje no verbal la actitud frente alguna situación, por ejemplo solemos demostrar apatía, indiferencia y desinterés tan solo cruzando los brazos y evadiendo la mirada de nuestro interlocutor. Es obvio que si nos encontramos en un contexto íntimo debemos recurrir a nuestra honestidad y que si no estamos cómodos o de acuerdo con el otro podamos manifestarlo también verbalmente. Pero también existen personas que prestan poca atención a su postura, movimientos oculares o muecas y reflejan inocentemente aquello que no tienen la intención de demostrarle al otro.

Nuestra vida cotidiana está basada en la emisión y recepción de información, tener el control de todos los elementos que intervienen en la comunicación con los demás ayuda a evitar malos entendidos.

Se consciente de tu postura, tus gestos, tus manías y hasta en la manera en la que caminas. ¿Qué ven cuando te ven?